Hoy vivimos en un mundo lleno de posverdades, fake news, trucos de marketing, funnels de ventas donde intentamos estrujar a nuestras audiencias a cambio de un lead. Un mundo que además avanza a ritmo de vértigo, en el que las noticias y tendencias vuelan, donde lo que sirve hoy ya no sirve mañana y donde lo global, local, digital y experiencial se entremezclan y diluyen entre sí, difuminando barreras, rompiendo códigos y reinterpretando las normas.
En un mundo más complicado que nunca, cobra más sentido e importancia la verdad, la autenticidad, el ser fieles a nosotros mismos y nuestra esencia, el prometer y en consecuencia hacer, el mantener nuestra palabra y principios, siempre. Y eso hoy importa como personas, pero también por supuesto como empresas.
Si le preguntamos a la RAE que significa en realidad la verdad, nos dice lo siguiente:
Conformidad de las cosas con el concepto que de ellas forma la mente.
Conformidad de lo que se dice con lo que se siente o se piensa.
Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre la misma sin mutación alguna.
Es decir, verdad es ser coherentes con el imaginario que construimos, pensar y actuar en la misma dirección, o mantener nuestra esencia a lo largo del tiempo. Y para conseguir esta verdad en el plano empresarial las compañías necesitan tener una marca bien definida y construida que les permita descubrir, impulsar y cuidar esa verdad y su reflejo, la marca.
Equipo creativo de branding, trabajando en un proyecto para un cliente, inmerso en su proceso de trabajo.
Porque la marca dentro de una organización es un elemento estratégico que debería ser capaz de destilar y encapsular aquello que nos hace únicos y diferentes, pero también relevantes y consistentes en el tiempo. La marca debe dibujar el camino que deberemos seguir para conectar, de verdad, con nuestras audiencias, para aportar, convencer, dejar huella, para que se sientan orgullosos de lo que hacemos, significamos y proyectamos.
La marca es esa guía interna que hace que todos nos comportemos bajo unos mismos principios, construyendo una cultura sólida, compartida y defendida por quienes trabajan juntos bajo una misma visión, propósito o valores. Y esa guía no pueden ser palabras bonitas, pero vacías, sino que deben enraizarse en la realidad y ambición auténticas, y esa autenticidad y verdad es la que nuestra marca debe, no solo sacar a la luz, sino sobre todo convertir en orgullosa bandera de nuestro negocio.
Sin embargo, lo realmente complicado no es izar el primer día nuestra bandera, sino hacer que se convierta en la guía y filtro de nuestra verdad, cada día, en cada decisión y acción, en cada plan de marketing o de negocio.
Porque el día a día muchas veces hace que olvidemos, releguemos o pasemos por alto la verdad que nos une y es el reflejo de a dónde queremos llegar, que nos olvidemos de nuestra marca. La presión comercial, las prisas, la saturación de tareas y falta de tiempo y recursos a menudo hace que lo último en lo que pensemos al acabar la semana, el mes o el año, sea nuestra marca. Esa que definimos tan bien una vez y que luego se ha quedado en un ppt en el servidor, y solo nos acordamos de ella cuando hay que hacer el informe anual.
La verdad y nuestra marca se cimientan en las grandes, pero también en las pequeñas acciones. Nos debe acompañar siempre, no solo porque nuestra identidad visual o tono de voz esté bien aplicado en una pieza, si no sobre todo porque tenga un sentido y coherencia estratégica que refleje y defienda nuestra visión del mundo. Da igual si hablamos de un video o folleto corporativo, del stand de una feria o una campaña de comunicación de nuestro último producto. Todo lo que hagamos deberá estar barnizado por esa esencia que nos distingue y une, por esa herramienta estratégica impulsora de la competitividad que es la marca.
¿Y qué necesitamos para mantener esa verdad a lo largo del tiempo?
Estar preparados para dar respuestas ágiles y alineadas con nuestra esencia.
Identificar los retos actuales y futuros
Ampliar nuestra visión estratégica y potenciar las ventajas competitivas
Ser fieles con autenticidad y coherencia
Integración de todos los que intervienen en la construcción de la marca
Conclusión
En definitiva, construir nuestra marca del mañana desde los pasos del hoy. Porque entendemos que la autenticidad es el camino para significar más, para importar más, para aportar más. Y la marca es el vehículo que nos lleva e impulsa por ese camino estratégico hacia la competitividad, relevancia y preferencia.